Leopoldo, el pequeño monstruo

Leopoldo, el pequeño monstruo

Estefanía Padullés: Leopoldo, el pequeño monstruo. A Coruña: Hércules de ediciones, 2020, 40 pp.

Leopoldo es un monstruo dulce y alegre, y pequeño: Leopoldo es el monstruo más pequeño de la clase. Es por eso por lo que odia ir a la escuela: como no llega a los sitios altos como los demás, sus compañeros se burlan de él. Lo que a Leopoldo le gusta de verdad son los fines de semana, especialmente cuando su tío Evaristo (un monstruo tan grande que no puede salir del lago en el que vive) viene de visita. Leopoldo puede pasar horas hablando con su tío y puede hablar de todo con él, por eso le cuenta el motivo por el que no le gusta ir al colegio. El tío Evaristo es poderoso por su enorme tamaño, pero, para sorpresa de su sobrino, no siempre se sintió tan seguro de sí mismo y también odiaba ir a la escuela.

Lo que el pequeño Leopoldo aprende a través de su tío Evaristo es que todos tenemos miedos, limitaciones y algunas cosas de nosotros mismos que no nos gustan, y que es fácil burlarse de alguien cuando sabemos cuál es su principal miedo. Pero, con el tiempo, eso que nos parece una desventaja o una pega, puede acabar convirtiéndose en una gran cualidad, en un rasgo definitorio.

A través de un variado catálogo de monstruos, este entrañable cuento muestra que ser distinto no es nada malo, que está lejos de ser algo malo, porque son nuestras particularidades, miedos y preferencias lo que nos hacen únicos, lo que nos define. Aquello que en un principio nos parece un defecto (ser pequeño, tartamudear, tener la nariz grande o incluso ser miedoso) puede acabar siendo nuestra gran virtud.

A través de unas ilustraciones amables, llenas de color y algo aniñadas, Estefanía Padullés presenta un escenario que, lamentablemente, es muy común en las primeras edades: los complejos, y hace hincapié en lo crueles que los niños pueden llegar a ser con sus iguales cuando detectan sus puntos débiles. Por ello, es importante reforzar la idea de que ser diferente no solo es algo bueno sino necesario, de lo contrario seríamos como un rebaño de ovejas indistinguibles entre sí. Donde algunos ven defectos, se pueden encontrar un gran número de posibilidades, como le ocurre al monstruo Leopoldo, que se da cuenta de que su pequeño «defecto» en realidad le va a permitir hacer «un montón de cosas chulísimas».