Las chicas de la banda

Esther Villardón y Laura Moreno: Las chicas de la banda. Barcelona: Alfaguara Infantil y Juvenil, 2018.

Alfaguara publica la serie de libros Las chicas de la banda, una historia de instituto, dirigida a adolescentes, con el escenario de fondo de las bandas de música. Todo muy ágil, comercial y fresco y, sobre todo, muy muy muy para chicas. (Curioso cómo la narrativa para pre- y adolescentes que se publica en series se nos está volviendo muy sexista. Ahí tenemos Chicas contra chicos,  El club de las zapatillas rojas… pero ya hablaremos de ello en otra ocasión.)

Robyn es una chica irlandesa que se muda a España y sueña con fundar una banda de rock íntegramente femenina. No tarda en conseguirlo, pues en su instituto se le presentan al momento otras cinco entusiastas, y crean las Beastie Girls. Los comienzos no son fáciles, y les cuesta lograr un estilo, pero tienen mucha ilusión y esperan poder ganar un concurso que las llevará incluso a viajar de gira por Europa. Eso, claro, si consiguen tocar mejor que los Lil Boys, la banda de chicos del mismo centro. Y no es ese el único obstáculo que se presenta: parece ser que hay intenciones oscuras en el instituto, y hay personas que están dispuestas a hacer lo que sea por que gane su banda favorita…

Las chicas de la banda es Teen-Lit pura y dura. En este tipo de ficción postfeminista (como se ha definido a veces) dirigida a la infancia, encontramos un tono permanentemente confesional y emotivo, siempre en primera persona, y dirigiéndose continuamente a la lectora con una voz que pretende ser cercana. Como en la banda hay seis chicas muy distintas (de la lesbiana de pelo corto a la hippy de túnicas anchas), cada una podrá elegir su estereotipo favorito para identificarse con ella. Lo que las rodea es también muy «tendencia» en el modelo adolescente propuesto: pasamos de los chicos, nuestro objetivo es triunfar, no necesitamos a nuestros padres, venga hagamos fiesta de pijamas.

Dejando a un lado el contenido, la narrativa es ágil, pero nos da la sensación de que no se explotan bien los conflictos. Sin ánimo de destripar nada: todas las dificultades iniciales por coordinar los estilos musicales de las seis amigas se resuelven con un «plan maestro» (así llamado) que consiste en entrar en una habitación apestosa con una linterna. Nosotros no lo entendimos. Tampoco los demás conflictos nos dejan una huella intensa.

Capítulo aparte es el idioma. Aprovechando que la protagonista es irlandesa y sus amigas son, por lo general, muy cool, en cada página hay un par de palabras en inglés, metidas al más puro estilo Dora la Exploradora: «Da unos consejos top«, «los primeros ensayos han sido una shit«, «aquí hay mucho flow«, etc.

Donde sí han dado en el clavo es en el tipo de lenguaje mixto verbal-visual que está de moda. No solamente la novela está ilustrada, sino que interpola escenas en formato cómic, como otros libros del mercado reciente. Además, el texto está repleto de emoticonos de caritas, calaveras, flores, rayos, hojas, claves de sol, corazones… muchas veces redundantes, en nuestra opinión, pero que buscan dar color a la página. También hay pantallazos de Instagram, Whatsapp, webs, Snapchat, correos electrónicos de Hotmail… Llegados a este punto nos preguntamos: ¿para cuándo Alfaguara Infantil y Juvenil se atreverá con un libro electrónico de verdad, aprovechando toda la fuerza hipertextual y la web que crea para este tipo de series de libros, en lugar de este coqueteo ya visto entre pantallas y papel?

Lo mejor: Ideal para quien necesite en este momento leer algo comercial.

Lo peor: La historia no se resuelve al final, sino que queda a medias para la segunda parte (y la tercera…).