El bosque milenario

El bosque milenario

Jiro Taniguchi (texto e ilustraciones). Miguel Ángel Muñoz y Ana Millán (traducción). El bosque milenario. Tarragona: Ponent Mon, 2018, 72 pp. 

¡Trepa o lárgate!

Son las palabras que utilizan los chicos de la pequeña escuela de Kaminobe, un pueblecito entre montañas y lejos de la ciudad, para retar a Wataru Yamanobe. Este joven de diez años acaba de perder a su padre y su madre lo envía con sus abuelos porque se ve incapaz de hacerse cargo de él. Desde el principio, los compañeros de clase de Wataru lo llaman «el nuevo» o «el forastero» y ellos se declaran amigos del bosque que tiempo atrás desapareció y que tras un terremoto que arrasó los pueblos de la montaña reaparece de nuevo.

Subir al «árbol jefe» no es fácil. Se trata de un árbol viejo e inmenso que en realidad nadie ha conseguido trepar, pero Wataru lo consigue y supera con creces lo que representa un rito de iniciación que le asegura la aceptación dentro de una sociedad rural donde el entorno lo es todo. Pero si lo consigue es gracias al árbol porque a  pesar de que Wataru acaba de llegar de Tokio percibe las vibraciones y los murmullos del bosque y de todos los animales que lo pueblan que le ayudan a trepar:

… Wataru… tú no estás solo… eres hijo nuestro

Por otra parte, Wataru confía en la naturaleza porque así se lo ha aconsejado su abuela:

Cuando quieras llorar, llora en voz alta con todas tus fuerzas.

La montaña curará tu pena.

El bosque te dará la bienvenida.

Entre el dolor, el desarraigo y el miedo a lo desconocido, la naturaleza representa el mejor salvavidas para un chico que descubre que tiene una conexión natural con el entorno. Tras la subida al árbol Wataru descubre que puede comunicarse con árboles, animales, insectos, etc. y los chicos del pueblo lo consideran ahora «amigo del bosque». Todos se confabulan para que se sienta integrado y en paz en su nuevo mundo que le da la bienvenida de forma más natural y positiva que las personas. De este modo, será capaz de hacer frente a su dolor y encontrar la felicidad en un entorno privilegiado.

Un cómic que adquiere mucha importancia en este momento de crisis medioambiental donde es necesario reflexionar sobre la relación entre los humanos y la naturaleza. La postura ecocrítica permite posicionarse y tomar conciencia sobre las relaciones de la literatura y el medio ambiente desde un discurso ecológico que se puede abordar de muchas maneras. Como por ejemplo, con la superación de una crisis personal a través del entorno. 

Con esta obra póstuma del escritor e ilustrador japonés Jiro Taniguchi se pretende destacar la necesidad de establecer una relación más armónica y equilibrada entre el hombre y la naturaleza a través del manga con influencias de la bande dessinée.