La visita de Osito

Else Holmelund Minarik (autora) y Maurice Sendak (ilustrador): La visita de Osito. Pontevedra: Kalandraka, 2015. 64 pp.

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La prestancia de la tapa dura. Eso pensaba yo mientras abría el libro nuevo de Kalandraka. No es lo mismo editar un libro infantil en tapa blanda que en tapa dura. Igual que no es lo mismo publicarlo en un papel cualquiera que en ese, ligeramente rugoso y de tono crema, en que lo imprimen. Es indicio de interés, seguí pensando; de que se le concede importancia a la literatura para niños.

La visita de Osito forma parte de una serie de libros que escribió la autora norteamericana Else H. Minarik (psicóloga y maestra), en los años 1950 y 1960. Lo hizo en un momento en que no existían apenas libros de lectura fácil para los niños. Si hoy en día existen libros «para primeros lectores» es gracias a Minarik y a otros tantos como ella, que abrieron brecha. El libro incluye cuatro deliciosos cuentos, hilados a través del argumento de una visita de Osito a sus abuelos. Las frases son gramaticalmente sencillas, breves, sin vocabulario complejo. Y sorprende cómo puede llegar a alcanzar tan altas cotas de expresividad en algunos momentos con medios tan económicos.

Me gusta especialmente el cuentecillo de «El petirrojo de Mamá Osa». Tiene ese mismo sabor agridulce y certero que deja El principito de Saint-Exupéry, y aquí está condensado en 13 páginas. Y comienza recordándonos esa obviedad que muchas veces se nos olvida: que a los niños les encandilan las historias sobre sus padres y madres, saber lo que vivieron, conocer qué hicieron. ¡Los niños son amantes de las biografías, y nosotros sin saberlo!

El libro me recordó a Tío Elefante, de Arnold Löbel. Lo busco en la biblioteca: claro, también lo editó Kalandraka. Y claro, también tiene tapa dura. Claro, también incluye una sucesión de cuentos y episodios encadenados. Claro, también habla de una estancia de un niño con un miembro anciano de su familia. Claro, también es divertido y tierno. Löbel y Minarik guardan una secreta conexión si se ponen codo con codo. Por ejemplo: el cuento de «El duendecillo», en La visita de Osito, tiene la misma estructura y tema (con personajes distintos) que el cuento «Bultos extraños» de Búho en casa. Ambos autores tienen planteamientos cotidianos con resoluciones inesperadas… creativas y divergentes, diríamos hoy. Ambos autores saben tratar la ilusión de la infancia con admirable delicadeza.

Hay que decir que Osito, para estar personificado como un niño, es el niño perfecto: qué educado, qué sensible, qué alegre, qué obediente… Bueno, no sientan envidia las madres y padres que nos leen: Osito solo existe en la ficción, y en una ficción ambientada en el siglo XIX. Hoy sería distinto, probablemente. Pero les hace bien a los niños de aquí y ahora ver estos modelos de infancia: infancia tranquila, de paseos con los abuelos, de entretenimiento sin pantallas, de frases reposadas, de placeres sencillos y emociones intensas. Ese es uno de los mejores atractivos de este libro.

Otro de ellos es su ilustrador, ni más ni menos que Maurice Sendak. Utiliza aquí una estética de grabado, con esas mismas tramas y para los sombreados que nos dio a conocer en Donde viven los monstruos, junto con un coloreado de amarillo indio y verde pálido. La serie de Osito se convirtió en un clasicazo en Estados Unidos; se le hizo hasta una serie y una película (tampoco se maten por verla).

Aquí en España se publicó hace casi 25 años en Alfaguara. La edición de Kalandraka que ahora se presenta ofrece una nueva traducción de María Puncel. Dejen que los niños lo lean y cuéntennos qué les parece.